La córnea es una estructura
transparente con forma de cúpula situada en el segmento anterior del globo
ocular. Forma parte de la envoltura fibrosa que protege el contenido del ojo y
es su lente más importante. Dado que el limbo es más amplio en la zona superior
e inferior, desde el exterior su contorno es elíptico, ya que el diámetro
vertical aparente es alrededor de 1 mm. menor que el horizontal, que mide entre
11 y 12 mm. Desde el interior su contorno es circular, con un diámetro similar
al horizontal exterior.
La unión con la esclera se denomina
limbo esclerocorneal, y tiene unos límites poco definidos ya que la transición
entre el tejido transparente corneal y opaco escleral es progresiva.
La principal función de la córnea es
refractiva. Su dioptrio anterior tiene una potencia convergente de unas 48
dioptrías, debido a que su radio de curvatura tiene 7,8 mm. de promedio. El
dioptrio posterior es divergente y tiene alrededor de -6 dioptrías ya que
aunque su radio es de unos 6,5 mm., la diferencia entre los índices de
refracción de la córnea y humor acuoso es mucho menor que entre aire y córnea,
como ocurre en la cara anterior. Por lo tanto, la potencia corneal total es de unas
42 dioptrías, lo que supone alrededor de las 3/4 partes de la potencia refractiva
total del ojo (unas 60 dioptrías).
La diferencia de curvatura entre la
cara anterior y posterior es el origen de la diferencia de grosor entre el
centro y la periferia de la córnea: en el centro el espesor medio es de 520
micras, mientras que en la periferia puede sobrepasar las 650 micras.
Para que la función corneal se
desempeñe adecuadamente es necesario que esté recubierta de una película
uniforme de lágrima. Ésta consta, desde la superficie, de tres capas:
· Capa lipídica: producida por las
glándulas de Meibomio, es muy fina, de alrededor de 0,5 micras. Evita que la
lágrima se evapore y ayuda a que se mantenga sobre la córnea.
· Capa acuosa: cuantitativamente la más
importante, de 6,5 micras, proviene de las glándulas lagrimales principal y
accesorias y está formada fundamentalmente por agua y electrolitos, a los que
se suman algunas proteínas como enzimas e inmunoglobulinas.
· Capa mucinosa: secretada por las
células caliciformes de la conjuntiva, tiene un espesor de 0,2 a 0,5 micras, y
transforma la superficie corneal hidrófoba en hidrofílica para que la lágrima
pueda adherirse. También contribuye a la lubricación y a atrapar los cuerpos
extraños que puedan encontrarse en la superficie.
Estructura microscópica
A nivel microscópico, la córnea consta
de 5 capas, que desde el exterior al interior son: epitelio, capa de Bowman,
estroma, membrana de Descemet y endotelio.
Imagen obtenida de Bloom y Fawcett, “Tratado de Histología” |
Epitelio:
El epitelio corneal es de tipo pavimentoso
estratificado no queratinizado, y consta de unas 5 ó 6 capas celulares. Su
grosor central es de 50 micras. Las dos primeras capas están formadas por
células planas hexagonales firmemente unidas formando una barrera frente al
exterior y presentan numerosas microvellosidades en su superficie para
facilitar la adherencia de la lágrima. Más en profundidad hay 2 ó 3 capas de
células poligonales unidas por desmosomas e interdigitaciones. Estas células
tienen un aspecto más plano cuanto más superficiales se encuentran. Finalmente
hay una única capa de células basales cilíndricas mitóticamente activas de las
que derivan todas las demás capas celulares al desplazarse hacia la superficie.
A su vez estás células provienen de las células madre limbares. Bajo la capa de
células basales existe una lámina o membrana basal, que ellas mismas
sintetizan, y que junto con los hemidesmosomas y fibras de anclaje, que se
extienden hasta el estroma superficial formando placas de anclaje, facilitan la
firme adherencia epitelial al sustrato subyacente.
El epitelio corneal tiene una gran
capacidad regeneradora. Los defectos epitelio les se reparan rápidamente, en
primer lugar por desplazamiento activo de las células adyacentes, y
posteriormente por multiplicación celular.
Además, posee múltiples terminaciones
nerviosas procedentes de la rama oftálmica del nervio trigémino a través de los
nervios ciliares largos y cortos, que lo convierten en uno de los tejidos más
inervados del organismo, probablemente debido a la delicadeza de la estructura
que deben proteger y para mantener el arco reflejo de producción lagrimal,
detectando las zonas que quedan desprovistas de lágrima. Desde los nervios
ciliares salen ramas que penetran en la córnea, perdiendo la mielina y formando
un plexo bajo la capa de Bowman desde el que salen ramas que la atraviesan y se
sitúan entre las células epiteliales como terminaciones libres. También existe
inervación vegetativa procedente del ganglio simpático cervical superior que
acompaña a las terminaciones sensitivas. Su función no es bien conocida pero
parece que participa en el trofismo celular.
Capa de Bowman:
Situada bajo la membrana basal
epitelial, es una capa de unas 8-10 micras de espesor, acelular, formada por
fibras de colágeno dispuestas al azar, íntimamente unidas al estroma corneal.
No es realmente una membrana, sino la capa más superficial y más resistente del
estroma, que además ofrece una barrera frente a agentes externos. Tras una
lesión, no se regenera totalmente.
Estroma:
Constituye el 90% de la córnea. Es un
tejido conjuntivo denso que contiene un 78% de agua y su estructura está
formada por fibras de colágeno ordenadas y dispuestas en 200 a 300 láminas
paralelas a la superficie. La dirección de las fibras varía de unas capas a
otras, cruzándose en diferentes ángulos. Algunas fibras pasan a otras láminas,
manteniendo compacto el estroma. La sustancia fundamental contiene
glucosaminglicanos, que parecen ser responsables de mantener la posición
regular de las fibras de colágeno, lo que en definitiva permite mantener la
transparencia, ya que esa regularidad permite que las ondas de luz dispersas se neutralicen por interferencia destructiva. Mientras
que la separación entre fibras sea regular y menor que una longitud de onda de
la luz, la córnea permanecerá transparente. En el edema corneal las fibras se
separan al aumentar el contenido de agua del estroma, y se pierde la
transparencia en mayor o menor medida.
El estroma también contiene una
pequeña proporción de células llamadas queratocitos, que sintetizan colágeno como
parte de su función de mantenimiento. Cuando existe una lesión, se transforman
en fibroblastos, que son los responsables de la cicatrización, si bien el
colágeno producido no está ordenado al carecer de las referencias del estroma
sano, y en estas áreas la transparencia será menor. Además, a las zonas lesionadas
acuden desde el limbo multitud de polimorfonucleares neutrófilos y linfocitos
que intervienen en el proceso inflamatorio.
Membrana de Descemet:
Es la lámina basal del endotelio,
producida por éste. Tiene unas 5-10 micras de espesor, aunque puede aumentar
con la edad. La adherencia al estroma no es firme y puede separarse de él con
facilidad. Se regenera rápidamente tras las lesiones.
Endotelio:
Formado por una monocapa de células
planas hexagonales firmemente unidas, aparentemente sin capacidad regenerativa
después del nacimiento. Algunas de ellas presentan un cilio central cuya
función es desconocida. Existen una 3.500-4.000 células/mm2 al
nacer, que disminuyen hasta las 2.500-3.000 células/mm2 del adulto,
con un total de alrededor de 400.000 células en toda la córnea. Son
responsables de evitar la sobrehidratación corneal, que de otro modo ocurriría
debido a la alta hidrofilia de la sustancia fundamental del estroma y en menor
medida al efecto de la presión intraocular, lo que ocasionaría pérdida de
transparencia al cambiar la distancia entre las fibras de colágeno, como se
explicó anteriormente. Esto lo consiguen a través del transporte iónico activo al
que acompaña el agua de forma pasiva, mediante la llamada bomba endotelial.
En el caso de una lesión con pérdida de células, las
células adyacentes aumentan de tamaño y se unen tapando el defecto. A pesar de
ello, son capaces de mantener su función incluso con densidades celulares de
400-600 células/mm2.
Aunque hay otros factores que contribuyen a mantener
parcialmente deshidratado el estroma, como la evaporación de agua desde la
superficie corneal, la integridad de la barrera epitelial y endotelial, o el
transporte iónico epitelial, del que también existen evidencias aunque su papel
sea poco relevante, la función de la bomba endotelial es fundamental para
conseguir este propósito y mantener la transparencia, y por tanto, la función
corneal.
Escrito por el Innova Ocular IOA Madrid.
Responsable de la Unidad de Diagnóstico.