La Coroidopatía central serosa (CCS) es una
condición en la que el fluido se acumula bajo la mácula y resulta en un desprendimiento seroso de la retina neurosensorial en el polo
posterior y/o desprendimiento del epitelio pigmentario retiniano (EPR). Este desprendimiento es producto de una
alteración en las funciones de barrera y bomba del EPR, aunque se postula que
la alteración inicial puede ser a nivel de la coriocapilar.
A pesar de numerosas investigaciones la etiología y su
patogénesis no están claras del todo. Los pacientes con esta condición suelen ser
jóvenes de entre 20 y 45 años. Los hombres de raza blanca parece que se afectan
con mayor frecuencia. El estrés parece ser un factor de
riesgo. Hay estudios que muestran que las personas con personalidades agresivas
"tipo A" que están bajo mucho estrés, pueden ser más propensas a
desarrollar la CCS. También se ha visto
que esta afección puede ocurrir como
complicación del uso de medicamentos esteroideos.
La CCS se caracteriza por
una disminución de la Agudeza visual en el ojo afectado y casi siempre es unilateral.
Los pacientes se presentan con la queja de una pequeña disminución de la visión
o visión borrosa de aparición repentina y pueden referir metamorfopsias. No hay
dolor ni historia de trauma. No existen signos externos de enfermedades
o inflamaciones. Algunos pacientes, si son buenos observadores, pueden notar
una ligera alteración del color. Se suele observar un cambio refractivo hacia
la hipermetropía en el ojo afectado. Presenta un buen pronóstico
visual, no obstante, algunos pacientes con episodios prolongados o recurrentes pueden desarrollar
algún grado de reducción de la Agudeza visual permanente.
La oftalmoscopía revela una elevación serosa de la mácula con
pérdida del reflejo foveal y el borde de la elevación serosa está delimitado
por un reflejo brillante. En
ocasiones, si la CCS lleva varias semanas de evolución, se pueden observar finos precipitados amarillentos
subretinianos en la superficie posterior de la retina neurosensorial
desprendida.
Como método de diagnóstico tenemos la Angiografía
fluoresceínica (AGF) y la Tomografía de
coherencia óptica (OCT).
Hay tres patrones angiográficos característicos
en la CCS:
- Patrón en mancha de tinta: Es la más frecuente, se observa un punto de fuga hiperfluorescente procedente de la coroides a través del EPR. En algunos pacientes, pueden coexistir múltiples puntos de fuga.
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- Patrón en humo de chimenea. Se da en un 10% de los casos. La prueba comienza con un punto de hiperfluorescencia que se extiende de forma vertical y después lateralmente, formando como una figura que recuerda a la columna de humo de una chimenea.
- Patrón difuso. Se da en raras ocasiones, a veces no se encuentra un claro punto de fuga. Los pacientes con este patrón pueden presentar grandes áreas de desprendimiento seroso de la retina acompañadas de cambios del EPR. De este modo, la CCS debe formar parte del diagnóstico diferencial de los desprendimientos de retina no regmatógenos.
Actualmente para el seguimiento y
diagnostico de la CCS se realiza de forma rutinaria la Tomografía de coherencia óptica. La OCT
permite cuantificar el acúmulo de fluido localizado debajo de la retina
sensorial y del EPR. Con esta prueba además se muestran otros signos de CCS como
los desprendimientos del epitelio pigmentario, sus irregularidades, exudación
crónica y cambios cistoides dentro de la retina.
Imagen tomográfica de una CCS donde podemos apreciar el acúmulo de fluido debajo de la retina sensorial y del EPR. |
CONCLUSIONES
En la mayoría de los casos
la CCS se resuelve espontáneamente a los 3-4 meses. El paciente debería ser
revisado cada 6-8 semanas hasta su completa resolución. Si tras 4 meses no se
observa resolución de la condición, y la CCS sigue activa con al menos un punto de fuga abierto, se puede indicar una fotocoagulación con
Láser o Terapia fotodinámica dependiendo del número, tamaño y localización de los puntos de fuga. De tal manera que si los puntos de fuga son únicos o pocos, bien definidos y alejados más de 500 micras del centro de la fóvea, el tratamiento adecuado sería fotocoagular con Láser; mientras que si por el contrario son muy abundantes, muy grandes y/o
muy cercanos a la fovea, las cicatrices secundarias al tratamiento con
láser, podrían dañar aún más la visión, por lo que en este caso habría
que optar por la terapia fotodinamica administrando Veteporfina.
Escrito por el Instituto de Oftalmología Avanzada
Escrito por el Instituto de Oftalmología Avanzada